jueves, 24 de octubre de 2013

¿Pueden dar miedo los payasos?: la coulrofobia y otros temores irracionales


En el ámbito médico, una fobia es un miedo irracional a algo. Podemos aceptar que un miedo es irracional cuando las personas, animales, objetos o circunstancias que lo provocan no representan, objetivamente, un peligro proporcionado al sentimiento de temor que producen. Y para que podamos hablar de fobia desde el punto de vista médico, ese miedo debe ser acusado y persistente.

Es posible que una persona desarrolle una fobia sobre prácticamente cualquier cosa: como suele decirse, "el miedo es libre". Algunas son relativamente frecuentes; otras, excepcionalmente raras. Suelen designarse mediante una palabra compuesta por un prefijo (frecuentemente de raíces griegas), que hace referencia a aquéllo que provoca el miedo, y el sufijo -fobia. Entre las más conocidas están la claustrofobia (miedo a los espacios cerrados), la agorafobia (miedo a los espacios abiertos) y la fobia social (miedo a situaciones sociales o actuaciones en público por temor a que resulten embarazosas o a hacer el ridículo, lo cual lleva a evitar hablar en público, reuniones sociales, etc.).

La coulrofobia es el miedo a los payasos. Es un ejemplo claro de fobia, pues, objetivamente, un payaso, por el mero hecho de serlo, no representa ningún peligro. Aunque puede darse a cualquier edad, es más frecuente en niños (no es raro, por ejemplo, que algunos niños manifiesten ansiedad cuando están en un entorno extraño, como una habitación de hospital, y las paredes están decoradas con payasos, o una persona bienintencionada disfrazada de payaso aparece para hacerles una visita). En algunas ocasiones, esta fobia puede estar relacionada con una mala experiencia en el pasado, en la cual estuviera involucrado un payaso, o varios, pero esa circunstancia ni siquiera es necesaria.

El problema de las fobias es que pueden condicionar la conducta de las personas que las padecen (fundamentalmente, determinando conductas de evitación: lógicamente, evitamos aquéllo que nos da miedo, aunque con frecuencia la mera anticipación o expectativa del encuentro o situación puede causar una tremenda angustia), condicionando su vida relacional y, por tanto, deteriorando su calidad de vida. Por ello, son un problema de salud: lógicamente, unas más que otras, dependiendo de cuánto se distorsiona la rutina del individuo como consecuencia de la necesidad de evitar aquéllo que le provoca miedo.

Las fobias citadas más arriba (claustrofobia, agorafobia, fobia social) son de las que más pueden interferir con la dinámica normal del individuo, por razones obvias.

La coulrofobia, por el contrario, suele dar menos problemas, pues, en su caso, en condiciones normales, evitar la situación que produce miedo o ansiedad no suele ser múy complicado. A no ser, claro está, que por circunstancias determinadas la evitación del payaso no resulte fácil, como en la situación tan estrambótica que planteaba Alberto Montt en su viñeta del 17 de julio de 2013, en la que, merced a una exageración, dramatizaba la irracionalidad de estos temores: