miércoles, 11 de diciembre de 2013

Pero... ¿qué es eso de la Homeopatía?


Desde su inicio, hace ya varios años, hemos defendido en este blog que el humor gráfico puede ser una herramienta didáctica excelente, y que, con carácter general, los chistes gráficos de la prensa periódica pueden aportar una orientación bastante aproximada (“por el humor se sabe donde está el fuego”, que dejó dicho Perich) de los temas que preocupan a la opinión pública.

Por ello, no podemos abstenernos, en la coyuntura actual, de hablar de Homeopatía, pues se trata de un tema de candente actualidad. Será ésta, vaya por delante, una entrada un poco atípica. Puesto que la blogosfera sanitaria y las redes sociales (muy en especial Twitter) están teniendo en la actualidad una importante actividad sobre este asunto, no hemos querido abstraernos de sus aportaciones, pues muchas de ellas son francamente aclaratorias, y, por ello, algunas de las muestras de humor que vamos a comentar proceden de fuentes no impresas, a veces de autores no profesionales e, incluso, en algún caso, desconocemos su autoría. Si nuestros lectores pueden ayudarnos a aportar luz sobre el autor o autores de las obras respecto a las cuales no proporcionamos esa referencia, su ayuda será bienvenida.

El pasado mes de octubre, el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina, que es la agrupación de los representantes legales y acreditados de los estudiantes de Medicina de cada una de las Facultades del Estado español, aprobó un posicionamiento oficial respecto a lo que consideran la creciente prevalencia de "medicinas sin evidencias científicamente demostradas", y de forma coherente con esa postura se manifestaban a favor de la llamada Medicina Basada en la Evidencia. La Medicina Basada en la Evidencia es el uso consciente, explícito y juicioso de las mejores evidencias científicas para el cuidado de los pacientes individuales, y su objetivo primordial es el de que la actividad médica, en todos sus ámbitos, se fundamente en datos científicos y no en suposiciones o creencias, independientemente de la solvencia de las fuentes de que estas últimas puedan proceder. Los estudiantes se posicionaban de forma activa en contra de que las instituciones científicas, sobre todo universitarias, auspicien y promocionen estas terapias, y se comprometían a trabajar activamente para que estos procedimientos no sean presentados acríticamente a pacientes, estudiantes o profesionales sanitarios.

Como respuesta a su manifiesto, el presidente de los médicos naturistas del Colegio de Médicos de Madrid minusvaloraba su opinión, invitándoles a terminar la carrera antes de opinar.

Esa contestación inadecuada a un posicionamiento perfectamente legítimo suscitó múltiples rechazos (muchos de ellos cargados de ironía, procedentes de profesionales que, desde Twitter, recordaban que habían terminado la carrera muchos años atrás, y, consecuentemente, pedían permiso para opinar sobre la homeopatía a quien había rechazado de forma tan despectiva una opinión que ellos consideraban acertada) y propició muestras de apoyo a los estudiantes. 

El pasado día 5 de diciembre, Víctor Marcos, miembro del colectivo de estudiantes, desde el blog Homeopatía para el Estudiante de Medicina nos contaba su visión del episodio en forma de cómic:



Un par de días antes, el 3 de diciembre, la Directora de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ofreció unas declaraciones a la prensa generalista en las que manifestaba la voluntad de la Agencia de autorizar los productos homeopáticos aplicándoles para ello unos requisitos más laxos que los que con carácter general se exigen a los medicamentos normales. Precisamente la AEMPS es la institución a la que la Ley atribuye la competencia de autorizar la comercialización de medicamentos en el Estado español. Para autorizar un medicamento, con carácter general debe demostrarse su calidad, su seguridad y su eficacia. La intención de eximir a los productos homeopáticos del requisito de demostrar eficacia es lo que ha hecho reaccionar a muchos profesionales, perplejos e indignados por lo que consideran un trato de favor injustificado hacia productos (como puede ver el lector, nos resistimos a llamarlos medicamentos) que ni siquiera tienen una indicación clara.

Pero... ¿qué es eso de la Homeopatía?

Básicamente, la homeopatía (del griego homoios, ‘similar’ y pathos, ‘sufrimiento’) es un tipo de medicina alternativa (alternativa a la medicina convencional, a la institucionalmente aceptada en las sociedades desarrolladas, que en la actualidad es la Medicina Basada en la Evidencia) que se caracteriza por emplear productos altamente diluidos. Debe su origen a Hahnemann, un médico alemán nacido en el siglo XVIII, y su premisa fundamental es que "lo similar se cura con lo similar" (principio de similitud), defendiendo que una enfermedad que se manifiesta con determinados síntomas puede curarse con algo que cause esos mismos síntomas: una diminuta proporción de aquello que produce la enfermedad, o de algo extremadamente parecido, es lo que podría, según esta teoría, proporcionar la curación. Los productos homeopáticos se preparan diluyendo progresivamente una sustancia y sacudiendo repetidas veces la disolución. Además, desde la homeopatía se acepta que cuanto más diluido en agua esté un ingrediente activo, más potente se hace. Por ello, la dilución puede alcanzar tal grado que cuando se analice una muestra del compuesto no quede ni una molécula de la sustancia original.

El desconcierto que puede producir esta circunstancia ha sido perfectamente plasmado por Alberto Montt en la que dio en llamar "Viñeta homeopática":

Ciertamente, lo absurdo del planteamiento es tan llamativo que no nos sorprende haber encontrado la misma idea repetida en otro chiste, concretamente en esta "Tira Cómica Homeopática" presentada en el blog Microsiervos:


J.R. Mora, por su parte, reflexionaba el 1 de diciembre de 2010 sobre el efecto que cabría atribuir, según esa premisa, a una simple aspirina diluida en el agua del mar:


Y Andrés Diplotti, en su blog La Pulga Snob, juega con la idea de que de una dilución tal no cabe esperar otro efecto diferente del que pueda producir el agua pura:


Para justificar su defensa de que concentraciones tan extraordinariamente bajas de la supuesta sustancia activa puedan seguir conservando un efecto, los homeópatas recurren al concepto de "la memoria del agua": aún cuando la sustancia ya no esté materialmente presente, el agua conservaría una especie de "memoria" de la misma, lo cual garantizaría la permanencia de su efecto.

Realmente, nunca ha podido demostrarse que esa supuesta "memoria del agua" exista: nunca ha podido demostrarse que el agua conserve memoria de las sustancias que alguna vez ha contenido; podríamos decir que por suerte, si nos detenemos a hacer la repugnante reflexión a la que nos invita The American Institute for the Destruction of Tooth Fairy Science (que podemos traducir como "El Instituto Americano para la Destrucción de la Ciencia del Ratoncito Pérez") en esta viñeta intencionadamente desagradable:


 El caso es que, de igual forma que no ha podido demostrarse la existencia de una memoria del agua, tampoco han podido demostrarse las otras premisas de la homeopatía. Un estudio encargado por el Congreso en 2011 sobre las llamadas "terapias naturales" concluía que no se podía atribuir a la homeopatía más efecto que el atribuible al llamado efecto placebo (es decir, al efecto que sobre la salud del paciente puede tener la mera intervención médica, sin ninguna relación con el producto administrado). No obstante, este mismo efecto placebo puede contribuir a que determinadas personas alcancen la convicción de que, en su caso particular, la homeopatía ha tenido efectos beneficiosos.

Sin embargo, la particularidad de un caso concreto no puede servirnos para sacar conclusiones generales. Diplotti (de nuevo, en La Pulga Snob) lo plasma acertadamente en esta tira:



 Y, con matices, también lo refleja este chiste firmado con un seudónimo de usuario de Twitter, @Thymocyte:

  
No es de extrañar, entonces, que, por oposición a la Medicina basada en Evidencia, que se apoya en pruebas científicas, pueda tacharse a la homeopatía de superstición, como en este chiste de Cupido procedente de la web Mi Clon Malvado:


O que otros chistes puedan atribuir a quien la practica poderes mágicos, como en esta viñeta compartida en Twitter que hace un juego de palabras con "Medicina basada en la Evidencia" y que parece estar firmada por Ordoba & Luiso


 O este otro, que reproduce, con variaciones importantes, el mensaje con el que los farmacéuticos suelen reivindicar su condición de asesores en materia de medicamentos:



Bien es cierto que el hecho de que no haya pruebas de que un producto homeopático sea eficaz no descarta que pueda serlo. Como dijo Carl Sagan, "la ausencia de pruebas no es prueba de ausencia". Pero desde los postulados de la Medicina Basada en la Evidencia no puede recomendarse su consumo en las mismas condiciones que los fármacos que sí han demostrado eficacia para indicaciones determinadas, pues, en general, las revisiones realizadas concluyen que la homeopatía no ha probado definitivamente su eficacia en ninguna indicación o situación clínica concreta. En alusión a ello, RationalWiki utiliza esta imagen tan explícita para remitir al listado de estudios científicos solventes que demuestran de forma indubitada la eficacia de los productos homeopáticos:





Ese es el motivo por el que un amplio colectivo de profesionales con presencia en las redes nos hemos adherido a la campaña "No Sin Evidencia", representada en Twitter por el hastag #NoSinEvidencia. Lo que pretendemos es que la AEMPS no utilice diferente rasero para autorizar los productos homeopáticos, sino que se les exijan las mismas condiciones que a los medicamentos no homeopáticos.

El manifiesto completo puede leerse aquí:

La prensa generalista ha dicho que la campaña "No sin Evidencia" se opone a la regulación por parte de la AEMPS de los productos homeopáticos. No es así. Todos somos partidarios de su regulación. A lo que "No Sin Evidencia" se opone es a su autorización en virtud de criterios más laxos que los que se exigen al resto de medicamentos.
  
A nuestro criterio, la simple declaración de que se pretende regular estos productos eximiéndolos de la exigencia de eficacia resta credibilidad a la AEMPS como organismo regulador. Así lo plasma, también, Ferrán, en El Jueves de esta semana:


 No está de más, parece, recordar la responsabilidad que implica el ejercicio de cualquier cargo de autoridad, como reiteradamente nos recuerda Peter Parker (Spiderman) en ese mantra que viene repitiéndose a lo largo de toda la historia del personaje, "Un gran poder conlleva una gran responsabilidad":

Final de Amazing Fantasy nº 15, Marvel Comics Group
(Primera aparición de Spider-man) 
Guión de Stan Lee y dibujos de Steve Ditko

¿Quizás lo que ocurre es que nuestras autoridades leen pocos tebeos?

Y así nos va.
   
   

    

domingo, 24 de noviembre de 2013

¿Está cambiándonos Internet?


En 2011, Nicholas George Carr fue finalista del Premio Pulitzer por un trabajo en el que planteaba la constatación de que Internet no sólo ha supuesto una revolución en la forma de compartir información y de interactuar, sino que además, y precisamente por ello, tiene potencialidad para cambiarnos a nosotros mismos: el libro, publicado en España con el título “Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?”, desarrolla la hipótesis de que, mientras disfrutamos de las bondades de la Red, estamos sacrificando nuestra capacidad de leer textos largos y complejos, y, al mismo tiempo, nuestra capacidad de mantener la concentración y de reflexionar.

¿Puede ser cierto? Es un debate abierto, pero son muchos los que tienen esa percepción. Nos estamos haciendo más hábiles para captar y asimilar superficialmente la información, que nos llega en fragmentos pequeños, muy dispersa e interrumpiéndonos de forma continua (hipervínculos que nos permiten y facilitan discontinuar la lectura del texto principal, mensajes de texto o comentarios en las redes sociales en las que participamos, avisos recurrentes de llegada de correo que nos apresuramos a consultar, páginas que se abren espontáneamente de forma no solicitada -pop-ups- en la pantalla de nuestro ordenador, ...); pero, como consecuencia de todo ello, podemos estar perdiendo la capacidad de mantener la concentración en un mismo asunto durante periodos largos de tiempo, y de reflexionar pausadamente sobre lo mismo.

Ya en ese mismo año 2011 (el 8 de diciembre, en El País), El Roto presentó una viñeta en la que plasmaba con contundencia esa misma reflexión: ¿estamos perdiendo capacidad de atención y concentración como consecuencia del uso de Internet?:






















Y unos meses más tarde (el 30 de octubre de 2012, en el mismo diario) insistía en la misma idea:























Muy recientemente, ha sido Mel (el pasado 14 de este mismo mes de noviembre) quien ha vuelto a plantear la hipótesis, proponiendo como título de su chiste una palabra (Diginvolución), híbrida entre involución y digital, que bien podría servir para designar el fenómeno:











El asunto, como puede deducirse, no es trivial. Si bien es una obviedad que no renunciaremos a las enormes ventajas que Internet nos proporciona, y que es razonable asumir, en un plazo más o menos largo, el cambio paulatino del formato de libro (o revista) en papel al formato de libro (o revista) digital, sería preocupante que las generaciones que están creciendo inmersas en este bombardeo de información digital perdieran la capacidad de disfrutar de una lectura sosegada y reflexiva. Algo sobre lo que ya llamaron la atención hace años Randy Glasbergen o Forges:







jueves, 24 de octubre de 2013

¿Pueden dar miedo los payasos?: la coulrofobia y otros temores irracionales


En el ámbito médico, una fobia es un miedo irracional a algo. Podemos aceptar que un miedo es irracional cuando las personas, animales, objetos o circunstancias que lo provocan no representan, objetivamente, un peligro proporcionado al sentimiento de temor que producen. Y para que podamos hablar de fobia desde el punto de vista médico, ese miedo debe ser acusado y persistente.

Es posible que una persona desarrolle una fobia sobre prácticamente cualquier cosa: como suele decirse, "el miedo es libre". Algunas son relativamente frecuentes; otras, excepcionalmente raras. Suelen designarse mediante una palabra compuesta por un prefijo (frecuentemente de raíces griegas), que hace referencia a aquéllo que provoca el miedo, y el sufijo -fobia. Entre las más conocidas están la claustrofobia (miedo a los espacios cerrados), la agorafobia (miedo a los espacios abiertos) y la fobia social (miedo a situaciones sociales o actuaciones en público por temor a que resulten embarazosas o a hacer el ridículo, lo cual lleva a evitar hablar en público, reuniones sociales, etc.).

La coulrofobia es el miedo a los payasos. Es un ejemplo claro de fobia, pues, objetivamente, un payaso, por el mero hecho de serlo, no representa ningún peligro. Aunque puede darse a cualquier edad, es más frecuente en niños (no es raro, por ejemplo, que algunos niños manifiesten ansiedad cuando están en un entorno extraño, como una habitación de hospital, y las paredes están decoradas con payasos, o una persona bienintencionada disfrazada de payaso aparece para hacerles una visita). En algunas ocasiones, esta fobia puede estar relacionada con una mala experiencia en el pasado, en la cual estuviera involucrado un payaso, o varios, pero esa circunstancia ni siquiera es necesaria.

El problema de las fobias es que pueden condicionar la conducta de las personas que las padecen (fundamentalmente, determinando conductas de evitación: lógicamente, evitamos aquéllo que nos da miedo, aunque con frecuencia la mera anticipación o expectativa del encuentro o situación puede causar una tremenda angustia), condicionando su vida relacional y, por tanto, deteriorando su calidad de vida. Por ello, son un problema de salud: lógicamente, unas más que otras, dependiendo de cuánto se distorsiona la rutina del individuo como consecuencia de la necesidad de evitar aquéllo que le provoca miedo.

Las fobias citadas más arriba (claustrofobia, agorafobia, fobia social) son de las que más pueden interferir con la dinámica normal del individuo, por razones obvias.

La coulrofobia, por el contrario, suele dar menos problemas, pues, en su caso, en condiciones normales, evitar la situación que produce miedo o ansiedad no suele ser múy complicado. A no ser, claro está, que por circunstancias determinadas la evitación del payaso no resulte fácil, como en la situación tan estrambótica que planteaba Alberto Montt en su viñeta del 17 de julio de 2013, en la que, merced a una exageración, dramatizaba la irracionalidad de estos temores:  



sábado, 21 de septiembre de 2013

Enfermedad de Alzheimer: a propósito de un caso


Nuestra última entrada hacía referencia expresa a la obra “Arrugas”, de Paco Roca, y, puesto que hoy es el Día Mundial de la Enfermedad de Alzheimer, que se celebra desde 1994 a propuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMC) para dar a conocer y sensibilizar a la sociedad acerca de esta enfermedad y sus consecuencias, hemos considerado procedente volver de forma expresa sobre el libro mencionado, que se centra en la misma y cuya hermosa ilustración de portada, que reproducimos a continuación, presenta una triste alegoría de la pérdida de  recuerdos y su inevitabilidad:






















La enfermedad de Alzheimer es una enfermedad degenerativa cerebral de causa todavía desconocida, que se inicia por lo general de manera insidiosa y lenta y evoluciona progresivamente hacia una demencia con el paso de los años. Es, por tanto, una forma de demencia, un deterioro progresivo de las capacidades intelectuales del enfermo, con pérdida de memoria, de la capacidad de razonamiento lógico, con alteraciones afectivas y de la conducta, deterioro de la coordinación motora, etc. Puede comenzar en la edad madura o incluso antes, pero su incidencia es mayor en las últimas décadas de la vida.

Alzheimer es el apellido del psiquiatra y neuropatólogo alemán (Alois Alzheimer) que describió la enfermedad en 1908. Por tanto, se trata de un nombre propio, y ese es el motivo por el que siempre se escribe con la primera letra en mayúscula (y, en su grafía original alemana, no lleva tilde, aún cuando de acuerdo con las reglas de acentuación en español le correspondería). No obstante, merced a un fenómeno de metonimia, es frecuente que los textos hablen de “el Alzheimer” en lugar de “la enfermedad de Alzheimer”, hasta el punto de que, en la próxima edición del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (su vigésima tercera), aparecerá como sustantivo común el término “alzhéimer”, de acuerdo con el avance que puede encontrarse ya en su página web: http://lema.rae.es/drae/?val=alzheimer

Arrugas”, publicada en España por Astiberri Ediciones en 2007 (y llevada al cine en una película de dibujos animados homónima que se hizo acreedora del premio al mejor guión adaptado en la XXVI edición de los Goya), es lo que en la actualidad se llama una novela gráfica: se trata, sin duda, de una novela, con la peculiaridad de que está narrada con dibujos, presentada en forma de cómic. Cuenta, con exquisito respeto, las sensaciones de un varón adulto que poco a poco va notando cómo pierde la capacidad de controlar su propia vida y su propio cuerpo. Sin entrar en aspectos técnicos, se centra fundamentalmente en la perplejidad del protagonista ante los cambios que se van presentando y su relación con su nuevo entorno, y destaca muy especialmente la sensación de indefensión, la soledad, y el miedo ante el futuro.






















Puestos a sensibilizar frente a esta enfermedad y sus consecuencias, no sería razonable dejar de recomendar la lectura de esta excelente novela gráfica.    

jueves, 12 de septiembre de 2013

Hipoglucemia


Este verano que está a punto de terminar, el Consejo Andaluz de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, en colaboración con un laboratorio comercial, ha desarrollado una campaña de información y concienciación destinada a ayudar a las personas diabéticas a identificar los síntomas relacionados con la hipoglucemia.

En el contexto de dicha campaña, se han divulgado un cartel y un marcapáginas que aprovechan la expresividad de los dibujos de un autor de cómic, Paco Roca, motivo por el cual hemos querido referirla en este blog. No se trata de dibujos hechos para la ocasión, sino que son extractos de las viñetas de su excelente obra “Arrugas”, publicada en España por Astiberri Ediciones

Éste es el cartel (como siempre, la imagen puede ampliarse pulsando sobre ella):























La hipoglucemia es un síndrome clínico que se caracteriza por cifras de glucosa en sangre anormalmente bajas. Las células de nuestro organismo necesitan glucosa: por ello, una concentración de glucosa anormalmente baja en la sangre constituye una situación patológica que, de no corregirse, puede tener consecuencias muy graves (en casos extremos, puede incluso llevar a la muerte). La concentración de glucosa en sangre recibe el nombre de glucemia.

Cuando se investiga acerca de los límites inferiores de la glucemia normal, uno se encuentra con la sorpresa de que no hay coincidencia entre los distintos autores: algunos hablan de hipoglucemia refiriéndose a cifras por debajo de 70 mg/dl; otros, reservan el término para cifras por debajo de 45 mg/dl: toda una horquilla en la que el umbral puede fijarse más o menos abajo, más o menos arriba, aparentemente de forma arbitraria. La explicación de esa discrepancia es que la tolerancia a la hipoglucemia de cada uno de nosotros es muy variable, por lo que las cifras que para una persona pueden resultar comprometedoras, para otras personas pueden ser perfectamente tolerables y toleradas.

Por ese motivo, una definición más precisa de hipoglucemia debe incluir la presencia de síntomas. Concretamente, la definición que propone el Diccionario de Términos Médicos de la Real Academia Nacional de Medicina concreta que la hipoglucemia (o glucopenia, que es un término sinónimo) es la “Disminución anormal de la concentración sanguínea, plasmática o sérica de glucosa, de causa diversa, que cursa con síntomas vegetativos, como hambre, sudación, palpitaciones, temblor, ansiedad, cambios del comportamiento, confusión, crisis convulsivas y pérdida del conocimiento”. Esta definición no señala cifras, pero podemos afirmar que es improbable que se presenten síntomas de hipoglucemia si la concentración de glucosa no es, al menos, inferior a 70 mg/dl. 

Puesto que el órgano que más precozmente nota la ausencia de glucosa es el cerebro, algunos de los síntomas más precoces son los que derivan directamente de un anormal funcionamiento (agudo, es decir, en un corto plazo) del mismo. La campaña del Consejo Andaluz de Colegios de Farmacéuticos señala concretamente algunos ellos: confusión, somnolencia, mareo, vértigo, ansiedad, temblores, nerviosismo, cambios de humor, ... Veámoslos, de nuevo, tal como los presenta la campaña, esta vez en formato de marcapáginas (son los mismos que en el cartel, si bien distribuidos de forma vertical):
























Centrar la campaña en los diabéticos tiene su justificación en el hecho de que estos enfermos tienen más posibilidades de padecer el trastorno: puesto que la diabetes se caracteriza, precisamente, por una tendencia a presentar cifras de glucemia elevadas (hiperglucemia), los medicamentos que se les prescriben (ya sea la insulina, o ya sean fármacos de otro tipo) buscan disminuir las cifras de glucemia (son, pues, hipoglucemiantes), por lo que, en algunos casos, pueden condicionar una disminución mayor de la deseable. No en vano una de las principales causas de hipoglucemia es, precisamente, la yatrógena (la yatrogenia es la aparición de alteraciones, complicaciones o problemas en el estado de un paciente, como consecuencia de la actuación profesional sanitaria), derivada de los tratamientos referidos.

La campaña que nos ocupa aconseja a los pacientes diabéticos que hayan experimentado alguno de los síntomas señalados que consulten con su profesional sanitario. En ese mensaje no se concreta a cuál profesional sanitario se refiere, pero, puesto que se trata de relatar unos síntomas para llegar a un diagnóstico, nos parece razonable asumir que el profesional sanitario más adecuado (aquél cuya formación está más orientada hacia esa función, y al cual la propia ley atribuye la capacidad de diagnóstico entre sus competencias profesionales) es el médico, como el propio cartel señala más adelante: “El contenido que se proporciona en esta literatura es información general. En ningún caso debe sustituir ni la consulta, ni el tratamiento, ni las recomendaciones de su médico”.


martes, 10 de septiembre de 2013

Certamen de cómic 2013: Campaña de Fotoprotección


Que la historieta y el humor gráfico tienen un gran potencial como herramientas docentes es la idea principal sobre la que se fundamenta el presente blog. Que, lamentablemente, ese potencial no está suficientemente explorado ni adecuadamente aprovechado es una realidad que esperamos que vaya corrigiéndose con el tiempo.

Por ello, no podemos sino celebrar y, por supuesto, apoyar la iniciativa de la Agencia Pública Empresarial andaluza Hospital Costa del Sol consistente en convocar un concurso para identificar y premiar la (a criterio de un jurado constituido al efecto) mejor obra de cómic que tenga como tema central el cáncer de piel y su prevención a través de hábitos de fotoprotección, con un mensaje dirigido especialmente a los adolescentes. Incluido en la Campaña de Fotoprotección y Prevención del Cáncer de Piel “Disfruta del Sol sin dejarte la Piel”, el certamen apuesta por hacer una llamada a la autorresponsabilidad, mediante la divulgación del siguiente decálogo de recomendaciones en fotoprotección para la prevención del cáncer de piel:

1. Evita el uso de cabinas de bronceado artificial. La exposición a la radiación UVA acelera el envejecimiento de la piel y aumenta el riesgo de melanoma en un 75%.
2. Evita tomar el sol en las horas de máxima irradiación. Entre las 12.00 a las 16.00h, permanece a la sombra y extrema las medidas de protección solar.
3. Cúbrete con sombrilla, sombrero, gafas de sol y ropa apropiada.
4. Utiliza cremas de alta protección (FPS>15) con filtros UVA y UVB. Aplícala 30 minutos antes de la exposición y renuévala cada 2 horas y después del baño.
5. Bebe abundante agua y zumos de frutas y verduras; te ayudará a compensar la pérdida de agua y el estrés oxidativo provocado por el sol.
6. Conoce tu fototipo cutáneo (hay 6 fototipos del I al VI). Si tienes un fototipo I o II deberás extremar tu protección.
7. Los niños menores de 3 años no deben exponerse directamente al sol; protégelos con ropa, gorra, gafas y cremas de muy alta protección (30+).
8. Protégete cuando vayas a la playa o realices cualquier actividad al aire libre (jardinería, albañilería, bicicleta, paseo…).
9. No bajes la guardia en días nubosos. Te recomendamos que consultes el índice de radiación ultravioleta (UVI). Algunas circunstancias (altitud, viento, arena, nieve..) comportan un mayor riesgo.
10. Examina regularmente tu piel: si adviertes cambios de color, tamaño, forma o algún síntoma (picor, sangrado…) en un lunar, consulta a tu médico.
       
Pueden presentar obras tanto los profesionales como los aficionados, y hay un primer premio de 1.000 euros y 5 accésit de 200 euros cada uno, que se entregarán durante el acto de clausura de la campaña de fotoprotección.

Se puede acceder a las bases del concurso a través del siguiente banner, que es precisamente la imagen utilizada por la entidad convocante para divulgar el certamen:



sábado, 22 de junio de 2013

Un paseo por el tubo digestivo


Si hace unos días Elgar nos daba un pretexto para hablar del cólera gracias a un chiste en el que aprovechaba la polisemia de esa palabra, ayer 21 de junio de 2013 fue El Roto quien nos brindó la posibilidad de referirnos a la anatomía del tubo digestivo gracias a su viñeta aparecida en El País, en la que hacía un juego de palabras: bajo el título “Ruta gastronómica”, mostraba el recorrido que hace el alimento desde los tramos superiores del aparato digestivo hasta la llegada al recto de los restos que no han sido absorbidos: 























La representación gráfica ofrece un enfoque realista. El tramo más alto que se muestra es el esófago (se han omitido, por tanto, la boca y la faringe), cortado de tal modo que se puede distinguir su condición de órgano hueco; al espacio hueco de su interior, que aquí se ha representado en negro, solemos denominarlo “la luz” (del esófago, o, en su caso, de cualquier órgano hueco). A continuación, el tubo se ensancha en forma de saco, en el estómago. El intestino delgado se retuerce sobre sí mismo para quedar albergado, a pesar de su longitud (en el ser humano adulto puede llegar a medir incluso más de 7 metros, y no de forma excepcional), en el abdomen que lo contiene, y se ve sucedido por el intestino grueso, que, iniciándose en el ciego (del cual surge, prolongándose hacia abajo en el dibujo de El Roto, el apéndice vermicular, del cual ya hemos hablado en una entrada previa), asciende por el lado derecho del abdomen (colon ascendente), atraviesa horizontalmente de parte a parte (colon transverso) y desciende por el lado izquierdo (colon descendente) hasta desembocar en el recto, como si fuera un marco que engloba a las vísceras que quedan en el centro del abdomen. Ya hemos dicho que las metáforas son frecuentes en medicina, y precisamente el lenguaje que empleamos para referirnos a las estructuras anatómicas constituye perfecta muestra de ello: tubo digestivo, la luz de un órgano hueco, marco cólico, … son expresiones de uso frecuente en los textos médicos y en los informes clínicos.   

El Roto ha sido siempre un autor inclasificable, que ha priorizado en su obra la invitación a la reflexión sin renunciar a la invitación a la sonrisa. Ayer nos proporcionó una breve pero rigurosa lección de anatomía, a la vez lúcida y lúdica.

viernes, 7 de junio de 2013

La polisemia en el lenguaje médico


El chiste de Elgar aparecido en el diario Sur el pasado 5 de junio de 2013 resulta un poco confuso:





En primer lugar, se basa precisamente en la confusión a que puede dar lugar la polisemia (el significado múltiple de una palabra): concretamente, juega con el doble significado de la palabra cólera.

El Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española define cólera, en su primera acepción (con género femenino), como ira, enojo, enfado.

La segunda acepción de la palabra tiene género masculino, y se refiere a la enfermedad: el cólera es una enfermedad diarreica aguda de origen infeccioso.

En tiempos pretéritos, cólera se identificaba también con la bilis, pero ya no se usa con ese significado.

La polisemia es extraordinariamente inconveniente en medicina. El lenguaje científico, entre otras características, debe ser preciso: debe comunicar de forma inequívoca lo que se quiere decir. Es deseable evitar los términos ambiguos, polisémicos (con más de un significado posible) o confusos. Las consecuencias de una posible confusión pueden ser grandes: incluso dramáticas. Por ello, las expresiones utilizadas en el lenguaje científico (y la medicina es un claro ejemplo de ello) han de buscar la precisión.

En segundo lugar, el chiste de Elgar es confuso porque relaciona el cólera con una neumonía atípica.

El cólera es una enfermedad producida por una bacteria llamada Vibrio cholerae. Se trata de una bacteria de forma alargada, como un pequeño bastón (motivo por el cual decimos que se trata de un bacilo) curvo. Puede ingresar en el organismo a través del aparato digestivo, por la ingesta de agua contaminada o de alimentos contaminados. En el interior del tubo digestivo, produce una toxina (enterotoxina) que condiciona la aparición de una diarrea líquida, indolora, que puede ser muy abundante. Tanto, que algunas veces, por la pérdida de líquidos y electrolitos, si no se reponen adecuadamente, puede determinar una deshidratación del enfermo y, en casos extremos, la muerte.

Por su parte, la neumonía es también una infección, pero, en este caso, del tejido pulmonar. La neumonía no es, realmente, una de las formas de presentación del cólera, ni un cuadro que suela presentarse en el contexto de esa enfermedad: las manifestaciones del cólera se deben a la acción de la toxina bacteriana en el aparato digestivo.

No podemos concretar el motivo por el que Elgar ha relacionado el cólera con una neumonía; pero, gracias a que lo ha hecho, hemos tenido la oportunidad de hablar de la polisemia en el lenguaje médico.    

viernes, 24 de mayo de 2013

Psicodermatología


El chiste que queremos comentar hoy está relacionado con nuestra entrada del pasado 3 de marzo de 2013.

En la viñeta de Forges publicada en el diario El País en fecha 21 de mayo de 2013, aparece un personaje con hipertricosis grave.

La hipertricosis, de acuerdo con la definición que propone el Diccionario de la Real Academia Nacional de Medicina, es un exceso de pelo que supera, tanto en densidad como en longitud, los límites aceptados como normales para una raza, edad o sexo. En este caso, resulta evidente que el pelo cubre toda la superficie corporal visible:



 

Además, el personaje tiene garras y colmillos afilados, por lo que podemos deducir que se ha convertido en una especie de hombre lobo. Podríamos decir que “está que muerde”. Acaba de regresar a su domicilio tras consultar al médico especialista en enfermedades de la piel, circunstancia que se explicaría porque, al parecer, es precisamente el hirsutismo lo que el paciente considera su síntoma predominante.

El dermatólogo citado en el chiste lo atribuye todo a la realidad socio-económica del país; la cual, dicho sea porque viene a cuento, nos tiene a todos (o a casi todos) crispados.

El pasado 3 de marzo veíamos que algunas situaciones de estrés psíquico podían condicionar la aparición o la mala evolución de enfermedades digestivas. Este chiste de Forges nos permite traer a colación que, de modo similar, hay algunas enfermedades de la piel que se manifiestan de forma más severa cuando el enfermo está sometido a estrés, y que, por el contrario, remiten o se mejoran si el estado psicológico es de sosiego. 

Diversas son las causas que condicionan este fenómeno. Piel y sistema nervioso tienen un origen común en el desarrollo embrionario en el útero, pues ambos derivan de una misma capa embrionaria, llamada ectodermo. Múltiples terminaciones nerviosas de diverso tipo llegan a la piel, y su estimulación libera neurotransmisores que condicionan cambios en aquélla. De igual forma, hormonas liberadas al torrente sanguíneo en circunstancias de estrés (fundamentalmente cortisol y adrenalina) tienen acción sobre la piel.

Las afecciones cutáneas que sabemos que se ven influidas de forma importante por circunstancias psíquicas y emocionales son múltiples: acné, psoriasis, manifestaciones cutáneas de enfermedades alérgicas (como dermatitis atópica), dermatitis seborreica, alopecia (muy especialmente la llamada alopecia areata), infección por el virus herpes simple, ... ; y múltiples son, también, las enfermedades psiquiátricas que tienen manifestaciones destacadas en la piel.

La Psicodermatología es la parte de la Dermatología que se encarga de las relaciones entre la piel y los factores psicoemocionales, y tiene tal entidad que en algunos hospitales se han creado Unidades de Psicodermatología.

La expresión, por tanto, “tener los nervios a flor de piel”, aunque, lógicamente, se usa siempre en sentido figurado, tiene un fundamento biológico.

martes, 9 de abril de 2013

Sobre el medicamento BOTOX (la toxina botulínica)


Concluíamos nuestra entrada anterior recordando que los medicamentos, con carácter general, no deben consumirse prescindiendo de control médico, pues no están exentos de riesgo.

Ese es, también, el caso de determinadas intervenciones que, por llevarse a cabo sobre personas sanas con la única finalidad de producir modificaciones estéticas y no de tratar enfermedad alguna, pudieran llevar a confusión en ese sentido: aunque en ocasiones pudiera pensarse lo contrario, las actuaciones encaminadas a modificar la anatomía de una persona tienen la consideración de intervenciones médicas, y los productos empleados para ello son, desde el punto de vista de nuestra normativa legal, productos sanitarios. Precisan, por ello, un control riguroso.

Abordaremos en esta entrada el caso de la utilización de Botox para eliminar arrugas faciales.

Botox es uno de los nombres comerciales con que está comercializada en España la toxina botulínica, también llamada botulina. Se trata de una neurotoxina, es decir, una toxina que actúa sobre estructuras nerviosas, elaborada por la bacteria llamada Clostridium botulinum, y se considera uno de los venenos más potentes que existen. Fue aprobada en 2002 por la Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos (el organismo que allí se encarga de autorizar la comercialización y uso de medicamentos) para el tratamiento de eliminación de las arrugas verticales entre las cejas, como nos recordó Chas Lowe en este chiste publicado 10 años después (titulado “Feliz Aniversario, Botox”), y en la actualidad España es uno de los países en los que se emplea en medicina estética:






















Nuestros músculos se contraen en respuesta, entre otros estímulos, a la acción de los nervios que llegan a ellos, y que les transmiten las órdenes del cerebro. La toxina botulínica paraliza las fibras musculares por denervación química de la placa motora (la placa motora es el nombre que recibe la unión entre nervio y músculo a nivel celular); es decir, anula la acción de los nervios sobre las células musculares.

Las aplicaciones clínicas de la toxina botulínica son múltiples, y todas ellas relacionadas con el mecanismo de acción descrito. En la actualidad, si exceptuamos su aplicación en el ámbito de la medicina estética, la neurología es la especialidad médica en la que la toxina botulínica aporta mayores beneficios, y en la que, por tanto, más se emplea. Existen numerosas afecciones neurológicas que podrían beneficiarse de tratamiento con toxina botulínica, pero su uso más frecuente se orienta al tratamiento de ciertas enfermedades caracterizadas por movimientos involuntarios, especialmente en el caso de las distonías, o por una contracción muscular mantenida de forma indeseable, como la espasticidad que a veces se presenta en brazos o piernas de pacientes que han sufrido un accidente cerebro-vascular.

Su actuación sobre las arrugas gestuales (que justifica su utilización en medicina estética), fundamentalmente en cara y cuello, se basa en la parálisis muscular temporal que produce. En condiciones normales, los nervios ejercen una acción continuada sobre las células musculares, que incluso nos pasa desapercibida, pero que resulta fundamental para el mantenimiento de lo que llamamos “tono muscular”: una contracción muscular involuntaria que contribuye, entre otras cosas, al mantenimiento de la postura y a la gestualidad facial. Cuando se inyecta toxina botulínica en un músculo, el efecto conseguido (que es, precisamente, el efecto perseguido cuando se emplea en medicina estética) es la anulación de ese grado de contracción involuntaria (además, por supuesto, de cualquier grado de contracción voluntaria), al producir una parálisis muscular de causa farmacológica, que hace que el músculo permanezca completamente inerte, sin reaccionar a estímulo nervioso alguno.

Ese efecto sobre las arrugas faciales, y su empleo habitual para eliminarlas, en una sociedad hedonista cuyos miembros se rebelan contra los efectos visibles que el paso del tiempo deja sobre sus cuerpos, es lo que llevó a Alberto Mont en este chiste del 1 de abril de 2001 a compararlo con la mítica fuente de la juventud que supuestamente (la historia es apócrifa, y no está confirmada) el explorador español Ponce de León buscó infructuosamente en la recién descubierta Florida del siglo XVI:























Precisamente el efecto secundario más conocido de su utilización es la pérdida, junto con las arrugas faciales, de la riqueza gestual del rostro en el cual se administra. Muchos son los humoristas gráficos que han reflejado este efecto secundario en su abordaje de la temática, hasta el punto de que la incapacidad para expresar emociones mediante gestos faciales se considera indisolublemente unida a la utilización del medicamento. Uno de los ejemplos que más claramente lo plasman es este otro chiste de Montt, en esta ocasión de enero de 2011:

















El que acabamos de ver es un esquema repetido reiteradamente, con ligeras variantes, por diversos autores, como puede apreciarse en esta otra obra, de J. Di Chiarro:























O en esta otra, en la que Dan Piraro, en 2009, presentaba “los Payasos del Botox”, todos ellos con la misma expresión impasible:






















Con la misma base, el propio Montt, entre otros, elucubraba sobre la posibilidad de que esa pérdida de expresividad pudiera llegar a resultar, en determinados contextos, ventajosa para el sujeto: el escenario más obvio es el de la partida de póker, en la que los demás jugadores pierden la referencia de la expresión facial de su adversario como fuente de información (recordemos que la expresión “cara de póker” se refiere precisamente a la imperturbabilidad del rostro ante situaciones que deberían provocar emociones identificables):






















En esta otra viñeta, Marisa Acocella Marchetto (también en The New Yorker) presentaba idéntica escena, pero de un modo mucho más sutil, asumiendo que la mera mención del producto en el referido contexto permitiría a los lectores entender el chiste:





















Sin embargo, es una obviedad que, en realidad, la pérdida de la mímica facial, lejos de resultar una ventaja, puede ser realmente inconveniente. Así lo han plasmado múltiples autores, algunos de modo más explícito que otros.

Jack Ziegler, en The New Yorker, destacó con un ejemplo hasta qué punto la incapacidad para expresar emociones puede resultar limitante para la normalidad de la vida social:























Bucella, por su parte, recordaba que, a veces, la imposibilidad de controlar la expresión del rostro podía resultar completamente inadecuada desde el punto de vista relacional:






















Otro ejemplo claro es el de esta tarjeta humorística de felicitación de cumpleaños de la empresa Noble Works Card, cuyo autor, lamentablemente, no hemos podido identificar, por no constar ni siquiera su firma:






















Y el dibujante norteamericano Jorodo hacía extensiva la incapacidad para expresarse a las capacidades creativas del sujeto:



















En una hipérbole coincidente, son varios los autores que reflejan la incapacidad para la mímica facial en su grado máximo sustituyendo el rostro del paciente por un disco con la mínima referencia en su interior a lo que deberían ser los ojos y la boca: sirvan como ejemplo los dos chistes que se presentan a continuación, de Mike Keefe y de Goddard, respectivamente.




































Roz Chast, en The New Yorker, equiparaba la inexpresividad de los rostros modificados por acción del Botox con la artificialidad de las máscaras de teatro:






















Otros autores (es el caso de Roy Delgado en el ejemplo que se muestra a continuación) llegan a asumir que pueden haber también alteración de la sensibilidad:





















En realidad, la sensibilidad al calor o al frío (sensibilidad termoalgésica) o al dolor no tienen por qué alterarse por acción del Botox, sin descartar que la agresión mecánica que supone su inyección puede llegar a producir alteraciones inflamatorias de gravedad variable en la misma zona y su proximidad.   

Pero lo que sabemos sin lugar a dudas es que los efectos secundarios de Botox pueden ser mucho más graves.

La intoxicación por toxina botulínica da lugar a la enfermedad llamada botulismo, cuya consecuencia principal y más peligrosa es una parálisis muscular progresiva que puede llegar a causar la muerte por afectación de la musculatura respiratoria. Esta intoxicación se produce fundamentalmente por ingestión de alimentos mal preparados o conservados de manera inapropiada, aunque también puede tener lugar por contaminación a través de heridas abiertas o por inyección directa de esta toxina (se han comunicado casos graves, incluso con resultado de muerte, por diseminación de la toxina tras su inyección local).

Podemos asumir que, salvando la inexactitud que en este caso se debe a licencia del humorista (pues en la parálisis producida por la toxina botulínica no hay rigidez), esta obra de Gregory hace referencia, precisamente, a una generalización del efecto de la sustancia:






















Aunque el efecto de la toxina es transitorio y potencialmente reversible, pues por sí sola no causa lesiones estructurales permanentes en las fibras nerviosas ni en los músculos, su duración es lo suficientemente prolongada como para poder dar lugar, como ya se ha dicho, a la muerte por asfixia, o a graves lesiones neurológicas por anoxia debida al bloqueo de la función respiratoria.

Precisamente por ser una de las toxinas más potentes conocidas, y potencialmente mortal, es un arma biológica cuyo potencial ha sido estudiado y explorado en diversos conflictos bélicos, así como para utilización en ataques terroristas. En la actualidad, su uso está prohibido por las Convenciones de Ginebra y la Convención sobre Armas Químicas (Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, Producción, Almacenaje y Uso de Armas Químicas y sobre su destrucción, de 1993), todas ellas ratificadas por España

Así pues, aunque la toxina botulínica se ha instalado en la normalidad de las vidas de muchas personas, como refleja esta viñeta de Marshall Hopkins, aparecida en The New Yorker, que muestra a un caballero esperando a su dama mientras ésta termina de arreglarse con la ayuda de su médico, en realidad no podemos olvidar que los efectos adversos pueden ser muy graves, como constata inmediatamente después Grizelda:








































Por la gravedad de las posibles reacciones que pueden presentarse, es necesario que su utilización sobre pacientes esté a cargo de un profesional capaz de identificar los signos de alarma (diagnosticar precozmente) y actuar terapéuticamente con celeridad, en caso necesario, para evitar su progreso y/o sus consecuencias.

Tomando como base las recomendaciones de su grupo de trabajo de Farmacovigilancia, la Agencia Europea de Medicamentos (EMEA), de forma coordinada con otras Agencias Reguladoras Europeas, recomienda que los medicamentos a base de toxina botulínica sólo deben ser administrados por médicos con la experiencia suficiente, incluyendo el uso del equipo necesario. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios asume dicha recomendación y la plasma, en ejercicio de sus competencias, para la regulación de la administración de este producto en España.

Chatham nos brinda una viñeta con la que queremos terminar esta entrada, pues refleja de forma idónea lo dicho en nuestros párrafos anteriores:
























En realidad, como ha podido apreciar el lector, la traducción de esta última viñeta es bastante libre. En realidad, no dice "Toxicología", sino "control de venenos": en España, control de venenos no es ninguna especialidad médica, y Toxicología, sin ser especialidad médica reglada, es, al menos, el área de conocimiento que se ocupa de los tóxicos y sus efectos sobre el organismo. De igual modo, no dice "el Botox es un tóxico", sino, literalmente, "...no lo olvide, Botox es un veneno".

Y, ciertamente, lo es.