martes, 26 de junio de 2012

La sangre como metáfora


Hace unos días (el 21 de junio) se publicaba en el Diario de Cádiz un chiste de Mel en el que, de nuevo, se utilizaba la sangre como símil para referirse a los recortes que el Gobierno, las Comunidades Autónomas y las Administraciones Locales están llevando a cabo, directamente sobre prestaciones y servicios y sobre las retribuciones de los empleados públicos, o indirectamente por medio de aumento de impuestos:









La metáfora es un recurso consistente en establecer una identificación entre dos términos, de manera que para referirse a uno de ellos se nombra el otro. Las metáforas son frecuentes en medicina. Puesto que la medicina es una ciencia que ha ido construyéndose a partir de la observación de la realidad, es frecuente que se recurra a comparaciones para dar nombre a las cosas y a los fenómenos observados y enriquecer, mediante el establecimiento de semejanzas, las descripciones de los mismos.

Como venimos viendo en este blog desde su inicio, las metáforas también son frecuentes en el humorismo.

Utilizar la metáfora de la sangre no está exento de connotaciones, pues puede tener múltiples significados.  Nos gustará entrar, en un futuro, a analizar algunos de ellos, pero de momento nos limitaremos a destacar lo que supone en el contexto al que se refiere el chiste, donde implica una valoración ética. Desde un punto de vista puramente físico (de lo tangible), asumimos que no hay nada más íntimo que los propios fluidos corporales, de entre los cuales la sangre es imprescindible para la vida. Metafóricamente hablando, sacar la sangre a otro en contra de su voluntad significa sacar provecho de esa persona despojándola incluso de aquéllo que le resulta imprescindible, de aquéllo sin lo cual no puede vivir: quien le saca la sangre a otro, quien le chupa la sangre, actúa de un modo implacablemente egoísta sin detenerse ante el daño irreparable que causa. 

La sangre supone aproximadamente un 7% del peso del organismo, por lo que suele aceptarse que un ser humano adulto de unos 70 kgrs de peso tendría en su organismo casi 5 litros de sangre. 

Al menos, esa es la cantidad que teníamos cada uno de nosotros antes de que empezaran los recortes.

(Lógicamente, esto último no es más que una broma... en forma de metáfora).

Mientras presenciamos cómo se va desmontando, pieza a pieza (he aquí una metáfora), nuestro Estado Social, llama la atención constatar que hay sectores o instituciones, como las entidades financieras, en cuya garantía de permanencia y estabilidad no se escatima. Sin duda, nos resultaría más fácil entender las prioridades establecidas o compartidas por nuestros gobernantes si quienes tienen la información no se hubiesen atrincherado (he aquí otra metáfora) obstinadamente en la negativa a explicárnoslas. Mientras ese momento llega, los humoristas plasman, a veces de modo magistral, este sentimiento de perplejidad. Sirva como ejemplo esta elocuente portada de El Jueves, correspondiente a su número 1825 (16 de mayo de 2012) y firmada por Manel Fontdevila y Monteys:






















Resulta desasosegante la facilidad con que Gobierno, Comunidades Autónomas y Administraciones Locales pueden erradicar, de la noche a la mañana, lo que eran derechos consolidados desde años atrás: eliminar la gratuidad de las asistencia sanitaria o de prestaciones como la farmacéutica a determinados colectivos, modificar de forma unilateral los salarios de los funcionarios, vetar o endurecer el acceso a servicios públicos, ... Ante esta realidad, no podemos sino suscribir la acertada conclusión que plasmó Mel en su chiste aparecido en Diario de Cádiz el 25 de noviembre del año pasado: