sábado, 20 de marzo de 2010

Gripe A (XII): La gripe A y la opinión pública.



No cabe duda de que la gripe pandémica H1N1 ha sido uno de los temas sanitarios que más han preocupado a los ciudadanos durante el año 2009, si no el que más.

Si aceptamos (y, obviamente, lo hacemos, pues es el fundamento de este blog) que la obra de los humoristas gráficos que publican en la prensa periódica es un reflejo de la más candente actualidad, hemos de asumir igualmente que la revista El Jueves (único semanario de humor gráfico para adultos que se publica hoy día en España) supone un espejo en el que se reflejan los asuntos que preocupan a la opinión pública de este país.

Pues bien, entre los meses de mayo y septiembre de 2009, la gripe pandémica N1H1 apareció en la portada de El Jueves nada menos que en cuatro ocasiones. ¡Todo un récord!: cuatro portadas en un plazo de cinco meses (y tres de ellas concentradas en un mismo mes). Ni siquiera en la época de mayor auge de la pandemia de sida ocurrió algo así.

Las portadas aludidas son las correspondientes a los números 1667 (6 de mayo), 1684 (2 de septiembre), 1685 (9 de septiembre) y 1687 (23 de septiembre). Veamos ahora dos de ellas, concretamente las dos últimas:

En la del número 1685 (de José Luis Martín), la gripe A aparece como uno de los grandes problemas que traían de cabeza al Gobierno:




 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


En la del número 1687 (de Monteys y Guillermo), por su parte, la gripe A se presenta como uno de los tres temas que más preocupan a los españoles (otro de ellos, obviamente, tenía que ser la crisis económica):
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


En otras publicaciones (impresas o electrónicas) el mensaje es el mismo: al final del verano, Manel Fontdevila (en el diario Público el 31 de agosto) y Enrique Bonet (en el blog Irreverendos el 26 agosto) destacaban la gripe A entre los asuntos que los veraneantes reencontrarían al volver a casa o entre los que ocupaban el centro de las conversaciones de bar:
 

















La gripe A llegó a estar tan presente en la mentalidad popular que los humoristas gráficos recurrían a ella para hacer chistes sobre asuntos con los que, en principio, no tenía ninguna relación directa, como la realidad política o las circunstancias económicas del país. Claros ejemplos de esto son los dos chistes siguientes, de Manel Fontdevila (publicado el 9 de mayo de 2009 en Público) y de Ricardo (publicado en El Mundo el 28 de agosto de 2009):

Manel Fontdevila, después de analizar la obsesión de la población con el tema utilizando un dibujo (con el título "Psicosis") que evocaba los carteles empleados en las carnicerías para detallar las partes del cerdo (en Público, el 29 de abril), llegó a proponer, en la festividad del 1 de mayo (igualmente en el diario Público), que la gripe A (llamada, entonces, porcina todavía) era lo que mejor podía garantizar atención mediática y la toma de medidas por parte de los poderes públicos:
































Por supuesto, los medios de comunicación general no son ajenos al hecho de que la llamada gripe A haya estado presente como tema prioritario en la mente y en la boca de los ciudadanos durante meses, pues es indudable que tienen capacidad para condicionar la opinión pública. Nos lo contó, con la lucidez de que siempre hace gala, El Roto en El País, en una etapa tan temprana de la pandemia como el 12 de mayo de 2009:























Cabe entonces preguntarse si el enfoque que se dio al problema desde los medios de comunicación fue objetivo y neutro o si, por el contrario, se fomentó desde ellos la alarma social hacia la enfermedad. Manel Fontdevila (en Público, el 3 de mayo de 2009, con el título “El gran tema”) y MEL (en El Diario de Cádiz, el 29 de abril de 2009) se pronunciaron claramente a favor de la segunda opción, también en las primeras semanas de la pandemia:

Es indudable que el miedo existía. Y es igualmente indudable que hoy, a toro pasado, podemos felizmente afirmar que la evolución de la pandemia no ha sido tan dramática como llegó a temerse. Pero en aquellas primeras semanas, la comunidad científica, con la OMS a la cabeza, llamaba a la prudencia, y, ante la falta de información suficiente todavía, carecía de argumentos contundentes para emitir mensajes que resultaran inequívocamente tranquilizadores. Como ya ocurriera respecto a la pandemia de sida, hemos percibido que el miedo a la enfermedad es mayor cuanto mayor sea la desconfianza de la opinión pública hacia las actuaciones y recomendaciones de los poderes públicos para el control de la misma. Y las autoridades sanitarias, en el contexto mencionado, se vieron obligadas a adoptar medidas que la opinión pública pudo percibir como improvisadas.

Sobre esto incidiremos en próximas entradas.

martes, 9 de marzo de 2010

Gripe A (XI): La gripe como enfermedad estigmatizante.

En nuestra entrada anterior hemos visto cómo el mecanismo de transmisión de la gripe (por vía respiratoria, a partir de gotitas de saliva que contienen partículas virales) hace que sea una enfermedad fácilmente contagiosa: probablemente se trata de la enfermedad más fácilmente transmisible de cuantas afectan en la actualidad al ser humano. Afortunadamente, en la inmensa mayoría de los casos cursa de forma leve, y no reviste complicaciones.

Sin embargo, en lo que respecta a la gripe pandémica H1N1 (la llamada gripe A), durante unos meses estuvimos convencidos de que podía ser grave. De hecho, estuvimos convencidos de que podía ser muy grave. Esa convicción, tremendamente extendida, de su potencial gravedad, unida a la facilidad de su contagio, hicieron que la gripe A llegase a ser una enfermedad muy temida.

Y, como dijo El Roto el 5 de mayo de 2009 en El País, el virus del miedo puede ser incluso más contagioso que el de la propia gripe:

A lo largo de la historia hemos tenido constancia de que cuando una enfermedad se vive con miedo por parte de la comunidad, ello puede conllevar el rechazo social del enfermo. Hablamos de enfermedades estigmatizantes (aludiendo al concepto de estigma, entendido como marca o mancha permanente) para referirnos a determinadas enfermedades que condicionan una valoración social negativa de las personas que las padecen, con exclusión, rechazo, evitación o condena: un juicio social adverso que, aunque se basa en un problema de salud o en un estado relacionado con la salud, no se justifica desde el punto de vista médico. El Diccionario de la Real Academia Española atribuye a la palabra estigma diversas acepciones que se relacionan con lo dicho, como “marca o señal en el cuerpo”, “desdoro, afrenta, mala fama”, o “marca impuesta con hierro candente, bien como pena infamante, bien como signo de esclavitud”. Entre las enfermedades estigmatizantes más evidentes a lo largo de la historia, podemos citar la peste, la lepra, el sida o la enfermedad mental, entre otras.

Ésta ha sido, exactamente, la circunstancia que ha rodeado a la gripe A durante los primeros meses de la pandemia. No necesitamos acudir a la obra de nuestros humoristas gráficos para ser conscientes de que el enfermo de gripe A vivió estigmatizado durante aquellos meses, pero el caso es que, incluso cuando ya sabemos que la pandemia ha evolucionado de forma mucho más leve de lo que temíamos entonces, encontramos en los chistes gráficos múltiples muestras de lo referido.

Un ejemplo llamativo (tomado de la misma historieta con la que abríamos nuestra entrada anterior, es decir, de la revista El Jueves del pasado 27 de enero de 2010 ) lo constituye la forma en que reaccionan los personajes de MEL ante un individuo de quien sospechan (sólo sospechan) que se trata de un enfermo afecto por una enfermedad respiratoria de origen viral (y, por tanto, deducen, contagiosa). La inusitada violencia que manifiestan (unos personajes que, por otra parte, no suelen mostrar comportamientos violentos) es, obviamente, una exageración, una hipérbole (precisamente en lo desproporcionado de esa reacción reside el fundamento del chiste), pero, sin embargo, no necesita explicación adicional: el lector entiende cuál es la causa de la agresión que sufre el enfermo (y ésta no es otra que su propia condición de enfermo).


Cuando, además, por cualquier circunstancia, se asume que el hecho de ser extranjero aumenta la probabilidad de padecer la enfermedad (y, por tanto, de convertirse en fuente de contagio potencial), ello facilita la aparición de xenofobia. Nos lo contó, de un modo contundente, nuevamente MEL, en El Diario de Cádiz, el 1 de septiembre de 2009:

El rechazo social al enfermo se asume hasta tal punto que encontramos ejemplos de personajes que, sin estar necesariamente enfermos, buscan fórmulas para aprovechar ese rechazo (con el cual cuentan a priori) en su propio beneficio (es el caso del niño del chiste siguiente, de Bernal, incluido en el número 1689 de El Jueves, publicado el 7 de octubre de 2009):


La reacción social frente al enfermo de gripe A no ha sido muy diferente de la que se ha dado frente a otras enfermedades estigmatizantes. En este sentido, nos llama la atención que el planteamiento del chiste anterior es muy similar al de otro chiste de Palomo, publicado hace ya más de 20 años, en pleno auge de la pandemia de sida, en El Jueves nº 516 (de octubre de 1987):


No es algo, obviamente, de lo que podamos sentirnos orgullosos, pero podemos concluir, sin temor de incurrir en exageración, que la gripe A ha sido la primera enfermedad estigmatizante del siglo XXI.