jueves, 7 de enero de 2010

Gripe A (V): El nombre de la enfermedad.


Por las circunstancias previamente expuestas en este blog (desde la irrupción de la enfermedad parecía claro que el virus de la gripe pandémica H1N1, que contiene genes reagrupados de virus humanos, aviares y porcinos, había pasado del cerdo al ser humano), inicialmente la nueva gripe recibió el nombre de gripe porcina, en alusión directa a su origen sospechado.

De forma inmediata, la mentalidad colectiva asoció esta nueva enfermedad a las epizootias (epizootias son enfermedades contagiosas que afectan simultáneamente a gran número de animales de la misma especie o de especies diferentes, es decir, el equivalente en los animales al término epidemia con respecto al hombre) que en años anteriores habían causado crisis significativas en la industria vacuna (la encefalopatía espongiforme bovina, popularmente conocida como enfermedad de las vacas locas) y en la industria aviar (la gripe aviar, popularmente conocida como fiebre del pollo). No había que ser demasiado pesimista para deducir que una crisis de proporciones similares podía cernirse sobre la industria de los derivados cárnicos del cerdo.

Lo reflejaron, en aquel momento, de forma especialmente diáfana, El Roto (en el diario El País) y Enrique Bonet (en el blog de humor Irreverendos), mediante sendos chistes (correspondientes, respectivamente, a los días 28 y 29 de abril de 2009, con el título Terapia de grupo el segundo de ellos) que pueden leerse a continuación:




El rechazo al cerdo quedó patente en el humor gráfico que se produjo dentro y fuera de nuestras fronteras, siendo ejemplos de ello, respectivamente, el chiste de Mel publicado en El Diario de Cádiz el 28 de abril de 2009 y el chiste de Bish publicado por esas fechas en el diario Tribune Review de Pittsburgh, en Estados Unidos (utilizando, en ambos casos, personajes de ficción conocidos por el público infantil: Porky Pig, de Warner Bros., en el primer ejemplo, y la cerdita Peggy, de Jim Henson, en el segundo).





El Roto vuelve sobre el tema el 9 de mayo en las páginas de El País, cuando presenta a dos cerdos preocupados por las repercusiones que les pueda reportar el rechazo de su carne por parte del ser humano:


Aunque esa pregunta es extraordinariamente paradójica (y precisamente en esa paradoja reside la gracia del chiste), la realidad estaba demostrando que el rechazo de que estaban siendo objeto resultaba muy perjudicial para la supervivencia de algunos cerdos. Mientras que los gobiernos de varios países (entre ellos, China y Rusia) optaban simplemente por prohibir la importación y la venta de productos de origen porcino procedentes de Estados Unidos y México, en otros casos las medidas se radicalizaron y se concretaron en un intento de sacrificio de cientos de miles de cerdos (fue el caso del gobierno de Egipto, presionado por su población predominantemente musulmana que ya, antes de la enfermedad, consideraba al cerdo un animal impuro, cuya pretensión de sacrificar toda la cabaña porcina del país dio lugar a violentos enfrentamientos con la comunidad ganadera, compuesta fundamentalmente por cristianos coptos).

Exactamente un día después (el 29 de abril de 2009) de que el gobierno de los Estados Unidos pidiera a la prensa de su país que evitara intencionadamente la denominación de “gripe porcina” para limitar los daños que la enfermedad estaba causando a su industria ganadera, Erlich nos hablaba, en El País, de la animadversión hacia el cerdo de una forma simpática:




Sin embargo, en esa fecha ya se sabía que el consumo de productos cárnicos derivados del cerdo no transmite la enfermedad: no existía, por tanto, un fundamento científico que justificara el rechazo manifestado. Nos lo contaba, al mismo tiempo, El Roto, en la misma fecha y en el mismo diario:


Por todo lo anterior, el mismo día (29 de abril de 2009), la portavoz comunitaria de Sanidad anunció que la Comisión Europea sustituía oficialmente el nombre swine flu (gripe del cerdo) por el de novel flu (nueva gripe) en todo el ámbito de la Unión Europea. Y un día después, el 30 de abril, la OMS anunciaba de forma oficial su decisión de evitar las referencias “porcina” y “del cerdo” en todas sus comunicaciones.

En lo sucesivo, pues, la nueva gripe se referirá por el nombre del virus que la produce. El nombre de los virus gripales es complejo. En primer lugar, se alude al tipo de virus (en este caso, A); en segundo lugar, al lugar geográfico del laboratorio donde se produjo el primer aislamiento del virus (no donde aparecieron los primeros casos clínicos); después se cita el número de la cepa aislada en ese laboratorio de origen, el año de su aislamiento y, por último, los tipos de antígenos de superficie hemaglutinina y neuraminidasa (de los que ya hablamos en una entrada anterior). De acuerdo con ello, el nombre completo del virus que nos ocupa es nada menos que A/California/04/2009/H1N1.

Pero bastante ajena nos resultaba, al inicio de la pandemia, la simple designación H1N1 (sobre ello bromeaba Padylla en La Opinión de Tenerife el 5 de agosto de 2009, en el chiste que cierra esta entrada), como para pretender memorizar con facilidad aquel nombre completo. Por ello, resulta habitual, incluso dentro de la prensa científica, encontrar la denominación abreviada gripe A H1N1 o gripe pandémica H1N1: